Toda selva contiene habitantes, toda estructura sememas, la selva de plástico mutante ostenta una vida invisible sólo explicitada por la mirada indiscreta de un voyeur desconocido. Diminutos homúnculos se agitan en el sotobosque ajenos a toda observación, la infra-vida se desarrolla en una vertiente un tanto humorística a modo de remedo de la fabril/febril actividad del averno rugiente de Yiwu. La misteriosa tribu evoluciona, se agita, sobrevive, vive incluso, al modo de los humanos, entre el drama y la comedia. Como la vida misma, ajena a la cadena de montaje. Como la vida misma, ajena a la producción en serie.