Las cajas chinas son aquellas que se encajan unas dentro de las otras como las matrioskas. En literatura es un recurso que consiste en introducir un relato dentro de otro. Aquí se hace referencia a tres tramas que se encajan en un argumento que las enlaza. Por un lado, a las obras de nuestro patrimonio artístico perdidas o destruidas durante la Guerra Civil y al contenido de Las cajas españolas, que salvaguardaron las pinturas más importantes del Prado durante la evacuación del museo a Valencia, más tarde a Barcelona y al Ampurdán y finalmente a Ginebra, en febrero de 1939. En segundo lugar, nos centramos en la historia de los pintores copistas de Dafen, un suburbio de Shenzhen, en China, dedicado a la reproducción de obras de arte y conocido como Oil Painting Village. Actualmente es el centro neurálgico de una gran industria a nivel mundial: la producción en masa de imitaciones de obras maestras, con unos 10.000 copistas pintando manualmente óleos en cientos de pequeñas fábricas. Nos trasladamos a Dafen para dar continuidad a esta historia encadenándola con el presente. Tras una fase de investigación sobre destrucción de patrimonio a partir de documentación histórica de diversos archivos oficiales, el proyecto se desarrolla a partir de la selección de siete pinturas destruidas o desaparecidas desde la Guerra Civil, pertenecientes al Museo del Prado y Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), para posteriormente realizar una reproducción elaborada manualmente al óleo en los talleres de copistas. La narración que proponemos concluye con la “devolución” de las copias a los museos a los que pertenecieron las pinturas originales como si fueran éstas, con el trayecto de vuelta de la fábrica china a las grandes industrias de fabricación simbólica.
A modo de relato, el proyecto no persigue reconstruir con veracidad un momento de la historia, sino desplazarse entre dos contextos alejados temporal y geográficamente para desencadenar una ficción, teniendo en cuenta que toda ficción produce un efecto de realidad.
La falsificación se considera un atentado a la autenticidad, pero puede sopesar también el indicador de su existencia. Nos interesa subrayar los criterios que el sistema artístico ha impuesto en relación a la originalidad y la autoría, y cómo actualmente se desplazan en función de la intención del artista y la continuidad de la obra.
Algunos de los objetivos de las prácticas apropiacionistas se han definido por cuestionar los discursos del museo, los procesos de mediación de la obra de arte y la neutralización de su valor crítico-social inmerso en los procesos de comercialización. En consecuencia, proponemos un giro de tuerca más en un trabajo de investigación sobre la lógica del consumo desaforado, prestando especial atención al valor legitimador y a los procesos de mitificación que desarrolla la institución cultural –recogidos en las publicaciones de los grandes museos.