Los tres clips de vídeo que componen Leyendas Urbanas fueron realizados para la exposición Ciencia en la Ciudad, un proyecto puesto en marcha por La Mandarina de Newton con el objetivo fundamental de unir arte y ciencia.
Nuestra propuesta se centra en los relatos populares que pese a estar presentes en nuestra cultura, no tienen base científica. Por su relación con la sociedad industrial y el mundo moderno, se las conoce como leyendas urbanas, término acuñado por el folclorista estadounidense Richard Dorson, aunque se las denomina también bulos, factoides o hoax en internet. Para que la historia ficticia se convierta en leyenda urbana es preciso que se difunda como verdadera y alcance cierto reconocimiento popular. Generalmente parten de la realidad y abordan problemáticas de nuestra vida cotidiana, pero son mezcladas con datos falsos y están al límite de la credibilidad.
En oposición a las leyendas, el saber científico se estructura sobre hechos objetivos, observables y comprobables. Sin embargo, su historia cuenta también con falsos testimonios que han trascendido bajo la denominación de fraudes científicos. Como el hombre de Piltdown, concebido por el científico Charles Dawson al unir fragmentos de un cráneo humano y de una mandíbula de simio, del que se llegó a decir que era el eslabón perdido.
Para que estos fraudes pasaran a la historia fue necesario insertarlos en un discurso que los acredite y producir imágenes que testificaran su existencia. Siguiendo esta línea, nuestro interés al poner en vis a vis la leyenda urbana y la ciencia radica en pensar cómo percibimos las imágenes en relación al contexto en que se insertan. Las leyendas o los fraudes científicos han requerido un entorno codificado para producir el efecto de realidad plausible. En ambos casos la imagen de la naturaleza nos remite a la naturaleza de la imagen, que en ocasiones dificulta ver la trampa que esconde.